Volviendo, de ese oscuro abismo, que se parece al trance de las drogas efímeras que pueden brindar los dias aburridos, encontré que a pesar del paso de los dias, nada ha cambiado. No, no exagero, he perdido ese sutil toque que me enseño ese demonio disfrazado de ángel, y ahora solo me dedico al ataque frontal contra los azarosos problemas que se entretejen como telaraña desinspiradora.
Entre las mandíbulas de la bruja perdí un hechizo que hizo que los duendes se escabulleran, como aquel alterego que ya no quiere hablarme, y se esconde tras de mi en el espejo, con una sonrisa pintada como emoticono. Consecuentemente, los actuales espacios de la gran duda desadaptada a mi era, conducen como laberinto al necesitado sitio en donde descargar mis emociones taciturnas.
Volviendo al tema. Después de mucho tiempo sin tocar las letras, más que para llorarles mis penas a oídos sordos, escribo una nueva carta al desdichado desenlace desenamorado, que desde descendentes decenas de destinos, destruyen todo lo desdeñado por mis desprecios desinhibidos. el desencanto acompañado de descarríos, me indujo a encontrar despacio, sin prisa, aquella desigual amistad, que poco a poco se convertirá en olvido del deseo pasado.
Ahora, tras una basta cantidad de tiempo, busco encontrar lo que el desdén no me dejo en aquel rincón oscuro, y que sin quererlo me llevo a pasar por aquella plaza que deje hace mucho; aunque, con mejor cara y más estilo de lo que podría haber deseado en mis sueños faltos de optimismo.
Hasta la presente, nada ni nadie ha podido borrar recuerdos que mueven el paisaje hacia otros mundos, como en un trance hipnótico que me hace ver otros planetas y otros seres mas extraños aun que uno mismo.
Allá estaré, mientras aquí se matan entre ustedes...

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