Una araña pasa sobre mi piano, tocando con sus finas patas una melodia que acorde con las visiones caoticas en mi mente, va formando una extensa sinfonia que aplaza las conbinaciones musicales y las convierte en planos imaginarios. Ante mi se alza una enorme ciudad antigua y desolada, como las babilonicas ruinas que describio Herodoto, al final, muy al final, un gigantezco aracnido anida en el cause seco de un rio, esperando que sus engendros vean la borrosa luz sobre la torre mas alta. Nadie vio paraje semejante antes, nadie se perdio entre tales incoherencias. Mientras tanto, como una mano, mi querida araña baja lentamente al suelo con un fino hilo, posandose finalmente con paciencia y frialdad en el suelo de cemento de la alcoba, prosigue su camino hasta perderse en una esquina del piano, y me deja a mi, olvidado en mi lugar, esperando que alguien vuelva a componer algun son maravilloso que ensalse las virtudes de la nada, que enaltezca la soledad. Han pasado solo siglos desde que la vi, ahora debe estar con sus patas encongidas sobre su pecho, como pidiendo clemencia al tiempo que no la hiera, y yo, con mis años en la espalda, me convierto en polvo y arena mil veces, para saciar las burlas del destino. Sigo alli sentado, en mi suave sillon de satin y terciopelo, imaginando un ejercito de insectos al rededor, por que no hay arañas que se los coman...
Cobarde me declaro.
Hace 11 años

1 comentario:
ya nO se ni que pensar sobre tii..........
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