miércoles, 4 de marzo de 2009

Divulga la ignorancia

Estoy de frente al borde del abismo de la nada, miro hacia el horizonte hermoso, hasta donde se pierde mi vista, y en silencio veo el ocaso caer. Me siento y miro hacia el negro agujero que se extiende frente a mi, dejo mi mente divagar por mares y sueños engrendrados en mis ojos, me pierdo en un rio lleno de gusanos, y navego por un plato de sopa de esparragos, mi cuchara es mi remo. Ahogo mis sentidos en el aire opaco de la cortina de humo del ensueño, escuchando a lo lejos los singulares pitos de los autos, recito poemas siniestros al alba, y a la luna la enaltezco con lagrimas de reptiles. Pongo frente al espejo diez mil cabellos de princesa asesinada, y los uso como cuerda para trepar hasta el techo, incoherente, si lo se, vacuo, talvez, vacio, nunca, estoy divagando sobre la autoexistencia, sobre la Necesidad de Realidad que pide mi mente. Deseo ver en este mundo oscuro un pequeño foco de luz intermitente que brille un poquito y le de sentido a estos desvarios insultantes a la descripcion literaria. Veo en el cielo estrellado de mis noches cientos de duendecillos que trabajan sin cesar por peridos relativamente largos, haciendo que el cielo se ilumine y se oscurezca, para luego perderse en las maravillosas simas de las montañas, y seguir su camino penoso cada dia.
Ahora, sin un plano cartesiano, me guia la rosa de los vientos que me enseñaste, y la lupa que me robe del estante de la tintoreria vecina al paraiso, me hace ver el suelo que se pierde a lo largo de toda esta llanura muerta.
No hay quien pueda describir el horroroso aroma que se despliega a traves del paramo de la sobriedad, devolviendome al filo del abismo. Volviendo a empezar una y otra vez, soñando en nuevos testamentos filosoficos, espero perderme por siempre en el desierto de los sinsabores...

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