martes, 7 de diciembre de 2010

Ella

Eres como esa enfermedad de la que no se puede curar una persona.
Esa dolencia que sana con el sol de la mañana, y que a pesar de ello, no deseo salir a recibir.
Eres ese fragmento de neblina, que en la noche se me cayo de la lluvia.
Eres aquella luciérnaga indecente que ilumino mi desnudez, y dejo entrever mi cuerpo tullido.
Si talvez te sigo poniendo en este plano una vez mas, terminare ahorcando a la sanidad, y perderé el jubilo de vivir, estando lejos de ti, huyendo de esa presencia angelical y demoníaca que me impones al plantar tu mirada en los ojos de este inútil servidor.
Eres esa jabonosa brisa que se va llevando mi ultimo aliento de suciedad en el cabello, y que me tiñe el rostro con el dorado del atardecer; ese crepúsculo que mil veces me adueñe para poder robar al tiempo mas tiempo.
Espero que el reloj se detenga, y me deje estar contigo, para que nunca te vayas de mi, y que no puedas mantenerte nunca alejada de este naufrago en tierra firme.
Como siempre, mis palabras hacia ti son desordenadas, sin sentido, faltas de fuerza, mas llenas de desesperación y sin volumen; las voy dejando en el camino para que las recojas si deseas...
Algún día espero verte de nuevo a unos centímetros de mis labios...

2 comentarios:

Fernanda dijo...

y no es cualquier ella

Clau dijo...

Y se puede saber quien es ella que no se puede separar de tu ser